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lunes, 16 de marzo de 2020

Escalando el Everest

                         En uno de estos días estaba viendo un video por internet, en la cual un hombre llegó a la cumbre del Everest con un contingente de 40 personas. La hazaña de hacer "cumbre" en el Everest es admirable pero llegó a ser noticia cuando este hombre la alcanzó sin tener piernas. Asi es, llego a la cima con piernas ortopedicas. Mark Inglis de Nueva Zelanda fue recibido en su país como un heroe, las camaras estaban apuntandolo al llegar al aeropuerto y los flashes de las cámaras no paraban de alumbrar. 



                       Todo estaba bien hasta que se supo que unas horas antes de llegar a la cumbre este contingente se encontró con un alpinista en un lugar conocido como "la zona de la muerte".  Vieron a un hombre que estaba sentado y que no podía moverse, pero aun esta VIVO. Este hombre se llamaba David Sharp, y estaba sin acompañantes y practicamente había escalado solo y con poco oxigeno. Estaba moribundo en medio de 30 º C bajo cero y a unos 6500 m de altitud.
El contingente lo vió y el jefe de la expedición tomó la decisión de seguir escalando el Everest y no detenerse. 
Tras esta decisón al llegar a la cima y despues de 9 horas bajaron  y pasaron por la zona de la muerte y  lo encontraron moribundo y casi muerto. Esta decisión fue la que los convirtio de heroes a villanos.Ya que nuevamente tomaron la decisión de pasar de largo argumentando que era muy peligroso tratar de bajarlo. Finalmente David murio horas después.

                  No estoy aqui para emitir un juicio sino la de recapacitar en todo lo que pasó.
Si era mas importante alcanzar la cumbre o salvar la vida de una persona. Eso preguntemosnos y tambien respondamosnos nosotros mismos. 

Quizas ud. y yo estemos a favor de salvarle la vida a David Sharp, Dejar nuestro sueño de la vida de alcanzar la cima. Todo por la vida de un hombre que para muchos por su negligencia de subir solo y con poco oxigeno se encontraba en esa situación. 

O quizas ud. y yo estemos justificando la acción de todo este contingente que solo quería lograr lo que pocos han logrado y que muchos han muerto en el intento, alcanzar la cumbre del Everest a más de 6880 m de altura. Era la gloria de pisar la cima o no. Porque ayudar significaba bajarlo hacia la estación mas cercana  y volver a escalar, lo cual no habia tiempo, ni recursos, ni oxigeno para ello.

Pero, quiero compartir contigo tambien otra historia, la que fue contada hace mas de 2000 años por un rabino judio llamado  Jesús de Nazaret. El contó por medio de una parabola la historia de una persona que se encontraba en una situación parecida a David Sharp, esta parabola nos dice que este hombre había sido golpeado y dejado malherido por unos asaltantes en el camino. Y estando en esa condición pasó un sacerdote por aquel camino y alverle pasó de largo, vino  tambien un levita o servidor del templo, y al verlo tambien paso de largo, pero vino tambien un hombre que era de Samaria, y al verlo se paró, lo vendó y  lo subio a su asno y lo llevó a un lugar para que lo puedan ayudar, y le dijo a la persona encargada del mesón,que lo cuidara y que todo lo que gastaré demas él regresaria y le pagaría. Al terminar Jesús esta parabola hizo una pregunta:

 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.  (San Lucas 10:36-37).

sabe, amigos lectores, despues de leer la segunda historia, podemos saber cual es el deseo de Jesús. Usted y yo podemos estar de acuerdo o no, pero ante Dios no hay excusas que puedan valer para pasar de largo, su amor para con los malheridos, los moribundos, se vio reflejado en toda su vida. Tanto asi que lo más importante fuimos todos nosotros, llamemomos como nos llamemos. Él nos dice en San Mateo 8:36 lo siguiente:
 
Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?

              De que nos sirve alcanzar la cima del monte mas alto, si nuestra alma se pierde cada dia, cuando pasamos de largo por el camino de la vida o de que nos sirve enviar un cohete a la luna si nuestra vida solo importa llegar a la cima y si es posible pisoteando a nuestro projimo.
Que nuestro deseo sea el mismo de aquel rabino llamado Jesús, que lo llevo hasta entregar su vida  en la cruz del Calvario para traer vida y salvación eterna a todos nosotros.  Bendiciones.                                      
                                                                                       Evangelista José Bedoya
 
 






miércoles, 24 de mayo de 2017

Día internacional de la mujer

Día internacional de la mujer

Sucedió hace más de dos mil años, una mujer estaba siendo acusada de haber violado las leyes de una nación religiosa. Fue llevada inmediatamente a una de los lugares públicos para ejecutar el castigo. Pero los jueces de ese tiempo tuvieron ocasión de llevarla a un famoso rabino que estaba en la ciudad, querían saber la respuesta de él, antes de ajusticiarla delante de todos, la muerte sería por lapidación, piedra a piedra esta mujer iba a pagar el pecado hecho contra Dios y contra los hombres. 

Luego de preguntarle por el hecho, el famoso rabino espero en silencio, mientras escribía en la calle de tierra. La gente se agolpaba más y más queriendo ver lo que pasaba. Todos estaban listos y preparados con la piedra en la mano para ejecutar la pena, la ley dice que ella debía sufrir el castigo por su pecado.
La mujer estaba en medio de la gente, esperando que otros decidieran su destino.
Los jueces insistieron al Rabino y al voltear hacia ellos les dijo estas palabras:

El que nunca haya pecado que tire la primera piedra. San Juan 8:7(PDT)

Este hecho sucedió en Jerusalen, el famoso rabino se llama Jesús de Nazaret, los jueces son los Fariseos que eran los religiosos del primer siglo. La mujer no importaba su nombre. El
delito, haber sido sorprendida en pleno acto de adulterio. La pena era la muerte.


Una a una fueron soltando la piedra cada persona de la multitud empezando por los ancianos hasta los más jóvenes.
Estas es una de las mayores muestras de  dignidad que se le ha hecho no solo a una persona sino al género. Considerando el contexto histórico en el que se desarrollo, donde la mujer era considerada siempre inferior con respecto al hombre, se mantenía en casa sirviendo a la familia, principalmente a los varones antes de comer ella, cocinaba, sacaba y traía el agua, confeccionaba la ropa, se tenía prohibido hablar con algún varón y no podía estar presente cuando se recibía algún visitante, el hombre cabalgaba pero la mujer tenía que caminar. Para ir un poco más allá, el hombre que adulteraba con una mujer soltera, aquella pasaba a ser parte de la familia. Y si la mujer adulteraba como este caso aquella tenía que morir.
Por ello que Jesús de Nazaret no solamente mostró su amor, al no condenarla sino que también levanto su dignidad. 
En este día se celebra en muchos países el día internacional de la mujer, y pongo delante de ustedes este relato para que juntos podamos reflexionar y realzar la dignidad de género que en estos tiempos sufre violencia. Dios los bendiga.

viernes, 25 de diciembre de 2015

El caramelo en la mano

           Cierto día de mi niñez, salí con mi papá para acompañarlo al centro del Callao, de regreso a casa pasamos por cierto kiosko de venta de golosinas, que quedaba en la av. Argentina esquina con Rimac, uno de aquellos que en esos tiempos estaban apostados en alguna esquina donde paraban algunos microbuses. Eran los años 80s y los kioskos de aquella  epoca eran muchas veces simples triciclos o pequeñas casitas movibles hechas con madera a los cuales se les ponía rodajes debajo para que se puedan transladar. Era  cerca del mediodía  y nos detuvimos para hacer alguna compra. Mi papá me hace tomar algunos caramelos que cogí con mi mano y luego en algún momento de la venta, el vendedor le comunica a mi papá que no tenía cambio o vuelto para darle. Al saberse esto, mi padre toma mi mano y hace un ademán para que los suelte. Es en ese momento que comienza para mi un problema, no sé si grave o no, pero no entendía lo que mi papá me quería decir, simplemente me vi con su mano en la mía y yo tomando muy fuerte los caramelos. 

         Yo estaba resuelto a no dejarlos hasta que papá me dijo que los soltara. No entendía por qué y para qué. Tras unos pocos segundos, que parecían una eternidad, no tenía noción de lo que realmente pasaba, solo sabía que mi papá me había comprado unos caramelos y yo estaba feliz.

    Luego, al dejar atrás este suceso de cierto día de mi niñez, puedo reflexionar en el presente. Puede que para muchos les sea difícil recordar lo que vivimos cuando niños o algunos difícil olvidar, si estos han sido traumaticos o violentos. Pero, ese suceso revelo en mí, que no estaba dispuesto a desprenderme de las cosas tan fácilmente, al menos de las que tenía ya en mi mano. 

    Hay en nosotros una zona de seguridad que no estamos dispuestos de salir o dejar. Sí todo marcha bien para que cambiarlo o si algo amenaza nuestra seguridad tendemos a aferrarnos del caramelo con todas nuestras fuerzas.
La vida nos enseña que hay momentos en la vida que debemos estar dispuestos para abrir la mano y soltar aquello que nos gusta o nos conviene. Hay momentos que debemos de parar de hablar y solo escuchar, hay momentos que tenemos que parar de correr y empezar a caminar en el camino. Hay momentos que dejaremos de sonreír para soltar algunas lagrimas. Hay momentos que tenemos que soltar el caramelo. 

    Sabe amigo, hay algo que no queremos soltar en la vida, y no es tanto lo material, sino nuestro propio corazón. 



    Nuestro corazón se cierra como un puño, cuando Dios nos pide algo. Sí, Dios nos pide a nosotros y no se sorprenda, ya que estamos acostumbrados a pedir, y no a soltar.
La palabra de Dios nos dice en Proverbios 23:26:
"Dame, hijo mío, tu corazón, 
Y miren tus ojos por mis caminos."

El corazón representa el ser interior del hombre, lo que no ve ningún ojo humano, lo que esta escondido para todos menos para Dios. Entonces Dios nos pide nuestro corazón para poder mirar sus caminos. 
¿Sabe porque?  La respuesta esta en Jeremías 17:9-10 :

"Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quíen lo conocerá?"

Dios nos pide que entreguemos el corazón porque es engañoso y perverso.
Es mejor estar en el camino correcto con la bendición de Dios que en el lugar que quiere nuestro corazón pero sin Él.
Si estas dispuesto, suelta tu corazón a Dios hoy mismo y sea Él quien llene todo necesidad espiritual en ti. Bendiciones.


jueves, 20 de marzo de 2014

La huida a Egipto

Estaba en la mesa almorzando con mi hija antes de llevarla a la escuela, juntos estábamos mirando un programa de televisión, era el canal Encuentro, de la televisión nacional argentina. Me llamó la atención sobre la disputa que había entre dos pinturas exactamente iguales, la huida a Egipto, de el pintor maestro del clasicismo francés Nicolás Poussin . Y cada una reclamaba ser la original del artista ya fallecido. Los entendidos daban sus opiniones personales y la crítica especializada estaba casi dividida,  uno de ellos era la réplica del otro. Luego, de observar finamente, si se puede observar de esa manera, muchos especialistas daban opiniones sobre la tendencia del pintor en sus últimos años, las formas de pinceladas, el brillo y hasta la forma de dibujo del cuadro. Entre tanta polémica se hicieron estudios científicos como el de rayos X, que tenía la finalidad de saber el grado de borrones o arrepentimientos según palabras técnicas de los pintores, que no es sólo las veces que el artista borraba y volvía a pintar. Con esta prueba se supo, finalmente, que uno de ellos tenía varios borrones, y el otro no los tenía. Con ello se logro saber que aquel que no tenía borrones era la réplica, porque se había hecho conociendo ya las formas y los colores del autentico. Mientras que el autentico era sujeto a arrepentimientos del autor que cambiaba de opinión sobre el color, formas y texturas, durante su periodo de pintado.

Luego de conocido la veracidad de la pintura “La huida a Egipto”, es curioso saber que la persona que vendió el cuadro en un remate millonario, la reclamara como suya iniciando una larga batalla legal, la cual finalmente ganó. Y fue vendida en el 2007 por 17 millones de Euros.
Dios nos regala un cuadro, uno en blanco,  este cuadro en blanco representa nuestra vida, la cual tú y yo vamos pintando pinceladas cada día. Pero el valor del cuadro no está en cuan perfecta se vea para nosotros ni por las personas que opinen sobre ella, sino por el grado de arrepentimiento que tiene. Una copia pretende no tener fallas, pero para el autentico, las fallas son el reflejo de su autenticidad hasta llegar a ser una acabada obra de arte. Porque el no tenerlos no es una prueba de nuestra perfección, sino de nuestra autenticidad.
 ¿Cuántas veces hemos hecho un alto en nuestra vida y nos hemos arrepentido de lo que hicimos, para poder corregirlo? y ¿cuántas veces hemos vuelto a pintar un cuadro en blanco?

Algunos dibujan solo garabatos en su cuadro y luego reclaman ser originales, algunos no pintan nada porque es más fácil dejarlo así a que fallar y borrar, algunos se deciden hacerlo por su cuenta y se lanzan a pintar, probar, combinar para luego autoproclamarse experimentados artistas inventores de una nueva corriente contemporánea pero el resultado no es bueno, algunos viendo que les sale todo mal cansados terminan con todo y rompen el cuadro, pero otros van a aquel que les regalo el cuadro en blanco y le dicen que hago con el cuadro, enséñame a pintar, que colores tengo que combinar, que instrumentos tengo que usar y que necesito corregir. Estos señores son aquellos que oran a Dios y leen su palabra La Biblia, y van al dador de la vida, y se arrepienten de sus pecados y le piden su dirección y guía para empezar un cuadro en blanco nuevamente, el cuadro que pintaran no se llamará  esta vez La huida a Egipto o La huida hacia algún lado sino  “Un Nuevo Nacimiento”. Bendiciones.

domingo, 9 de febrero de 2014

La Voz del Atril


                Sentado iba pensando en las tantas veces que había dicho no puedo y recordaba también que cuando aceptaba la invitación, inventaba una excusa para esconder su falta de interés en asistir a las reuniones religiosas; pero, esta vez era como una obligación, un deber casi cívico para con un amigo después de haberle mentido con premeditación alevosía y ventaja, tantas veces durante meses. Esta era pues una forma de renovar la credibilidad para con él, la oportunidad que le daba para que pensara que esta vez no mentía.
                Observó la av. en la que tenía que bajar, inmediatamente se levantó de su asiento y bajó del ómnibus y mientras miraba hacía al paradero escucho una voz que le dijo:
-¡José!
                Volteando la mirada al llamado vio la figura de su amigo Rubén, compañero de clases y de charlas de salón donde discutían temas sobre la vida y sus tontas vicisitudes.  Rubén era de baja estatura, medianamente gordo y de buen carácter, siempre estaba de buen humor aún en los días de examen cuando el profesor le ponía 5 en matemática, él siempre sonreía y a veces parecía que se burlaba del profesor ante la nota. Daba la impresión que salía bien en los todos los exámenes, pero siempre se las arreglaba para aprobar los promedios finales.
-¡Hola! ¿Cómo estas Rubén?- dijo José cuando lo vio pararse del asiento del paradero, junto con otro amigo.
                Los dos estaban vestidos formalmente, camisa y pantalón de vestir, zapatos mocasines y de corbata azul marino. Parecían que se le acercaban rápidamente para venderle un par de enciclopedias en oferta o algún contrato de seguro de vida con un plan de pago muy económico.
-¡Hola José, gracias por haber venido!
-No Rubén, el agradecido soy yo- dijo José con cierta hipocresía.
-Te presento a Pablo un hermano del Templo.
-¿Cómo estas Pablo? mucho gusto.
                Luego del saludo protocolar, José y sus dos acompañantes subieron a una combi para dirigirse al templo, lugar de reunión.
                Durante el viaje José se encontraba un poco nervioso puesto que era la primera vez que asistía a una reunión de esta índole y comenzaba a imaginar que tal vez iba a ser demasiado para él y tendría que soportar estoicamente todos los sermones de algún Pastor con ganas de aburrir a un joven con cara de pecador confeso y despistado como él.
-¡Llegamos José!- se le escuchó decir a Rubén, mientras Pablo que se la había pasado todo el viaje leyendo la Biblia, salió del trance y dijo:
-          ¡Baja en la esquina por favor!- cerrando su Santa Biblia y acomodándose su también santa corbatita azul marino.
-          ¡Baja en Zubisarretaaaa!- Grito el cobrador que dicho sea de paso tenía una cara de pirañita de los que deambulan por la av. Grau de Lima angustiado por meterse una bolsita de “terokal” de a “Luca”. Pensó José mientras se alistaba para bajar.
-          ¡Apúrate amigo, baja rápido!- Siguió gritando el cobrador, dirigiéndose a José que estaba demorándose en bajar, ya que se había sentado al costado de una gordita y con empujones, sobaditas y algo más logro bajar casi extenuado.
-          ¡Qué tal raza!- dijo José al bajar.
-          ¡Qué se habrá creído este igualado!- dirigiéndose a Rubén y Pablo que preguntaban extrañados:
-          ¿Qué sucede José?
-          Lo que pasa es que a mí nadie me grita y menos ese candidato a huésped vitalicio del “Castro Castro”, lo digo por el cobrador ¿Qué? ¿no dio cuenta que estaba al lado de un cerro de senos y de piernas? ¿Y decirme amigo a mí? Sí, amigo, pero de lo ajeno será este “canevo” de “combi misia”.
-          ¡Cálmate un poco, recuerda tolerancia José tolerancia!- dijo Rubén esbozando su ya clásica sonrisa.
Pablo un poco sorprendido por el comentario sólo atino a decir:
-          ¡José seas bienvenido a nuestro templo!-

               Y llegaron a una casa pintada la fachada de blanco, era grande, tanto que parecía ocupar dos lotes de la manzana en la que se encontraban. Era sólo de un piso y tenía un portón negro abierto de par en par en las cuales estaban escritas con grandes letras el nombre: Iglesia Evangélica “Ríos de Agua Viva”.

               Entraron Rubén y José juntos, Pablo se quedó en la puerta con dos “hermanos” más que gentilmente le daban la bienvenida al joven tímido y más nervioso José.

               Ya en el interior de la Iglesia se observaba que había mucha gente y pocos asientos vacios pues habían llegado justo a la hora de inicio y aproximadamente eran las 7 de la noche. Viendo un asiento vacío José aprovecho la oportunidad para decir:
-          Yo me acomodo aquí nomas Rubén.
-          No, tengo reservado un asiento vació en primera fila para ti, más adelante, sígueme no tengas miedo- dijo Rubén caminando apresuradamente a lo que José contesto resignadamente con un movimiento de cabeza.

               Conocido era su miedo a sentarse en los primeros asientos en las aulas de la Universidad, siempre prefería sentarse al fondo porque se sentía más cómodo y de esta manera pasar desapercibido de vez en cuando ante una pregunta del “profe” que pudiera poner en duda sus conocimientos enseñados en clase.

-          Bueno te dejo porque tengo que apoyar a los demás hermanos, ¡ah! nos vemos más tarde- dijo Rubén dejándolo en la primera fila.
-          Muy bien Rubén- dijo José con un tonito que sonaba más bien a preso recién sentado en la silla eléctrica.

               Sentado, observó que el altar era elevado con una gran alfombra roja en el piso que le daba el aspecto majestuoso, el lugar tenía una buena iluminación y en el altar había lo que para José le parecía ser lo más cercano a un atril que se dejaba ver junto  con un micrófono. En las paredes sólo habían  grandes parlantes apostados a media altura y al fondo un par de guitarras eléctricas reclinadas en la pared junto a los demás instrumentos se distinguían de la periferia del sagrario.

               El ambiente era muy cordial, mucha amabilidad y concordia entre todos, apretones de manos, abrazos y parabienes entre hombres mujeres y niños se sucedían con gran beneplácito, parecía que en esos actos tan ceremoniosos se disfrutara de una forma intensa e inacabable como  si formara parte de un rito, preámbulo del que se iba a iniciar.

               Saludo tras saludo iban desapareciendo los pocos asientos vacíos que escasamente ya se podían ver y de un momento a otro aparece un “hermano” vestido de cuello y corbata dirigiéndose al atril y hablando por el micrófono agradeció a Dios por la asistencia de todos los fieles e invitando con amabilidad a levantarse de sus asientos para cantar una ofrenda musical.

               Y en ese momento se vio salir por los laterales a los músicos encargados y súbitamente surge una pequeña silueta dirigiéndose a la batería, sí es él, el inefable Rubén. José un tanto sorprendido por el hecho, ya que desconocía esa faceta de su menudo amigo, ya que “el chato” –era así como le decían en la universidad- nunca dio señales ni siquiera de tocar el triangulo en el colegio y así parecía porque era un poco huraño con los amigos y compañeros y se aislaba fácilmente de reuniones y diálogos ocasionales en los ambientes de la facultad.

               La primera canción se dejaba escuchar con gran fuerza y sus melodías llegaban a cada rincón del templo haciéndolo resonar. Todos en forma unísona cantaban con gran fervor, como si fuera una elevada oración que los llenaba de regocijo. La alegría comenzaba a envolver a José que por momentos solo aplaudía para no parecer ajeno a la realidad. Terminada la canción, el “hermano” del atril anunciaba la próxima entonación con lo que todos los presentes comenzaban a cantar.

               Fue así que José dejaba poco a poco su nerviosismo inicial, pero ahora se encontraba sujeto al  desconcierto que crecía canción tras canción. Interminable se tornaban las melodías que abrumaban sus impetuosas ganas de ser coparticipe de la exaltación general. Aplausos, bailoteos y hasta saltos acompañados de una gran determinación para cantar, cerrando los ojos a veces, seguidos de un armonioso movimiento de manos y piernas al compas de la música que por momentos parecía llegar al paroxismo, dejaban a José sorprendido y  con un sabor a estupor y sobresalto, ya al límite de la calma José empezó a especular sobre el panorama ancho y ajeno del que era testigo y comenzaba a increparse el porqué de su asistencia.
Evidente era ya su desgano que reflejaba a los demás. Cuando por la mente se le cruzaba la idea de salir del templo y se preguntaba: ¿Qué hago yo aquí un sábado por la noche?, recordaba las sabias palabras de su amigo Rubén: “Tolerancia, José, tolerancia”. Había perdido la cuenta de la cantidad de canciones, pero sí estaba seguro que pasaban sobradamente la media docena de ellas.

               El silencio se apodero de todos, hubo una gran calma inusitada que daba a
 la sensación a  libertad, los fieles miraban hacia el altar y el hermano en el atril con voz enérgica dijo:
-          ¡Gloria a Dios hermanos!
-          ¡Gloria a Dios!- fue la respuesta general que se dejo escuchar en toda la cuadra y quizás en todo el Callao.

                Después de invitar a sentarse  a los fieles, comenzó a leer un pasaje de la Biblia, acto seguido todos la abrieron y lo siguieron. Como era evidente José no tenia Biblia y solo se limitaba a quedarse quieto en su asiento. Fue entonces que la persona que estaba a su lado izquierdo compartió la lectura con él, agradeciendo ese gesto de cortesía y amabilidad, advirtió la delgada figura de su acompañante y observó que su rostro era fino y de nariz respingada, sus ojos eran grandes y de color del cielo que parecían brillar cuando lo miraban. Sí, era la chica más bella que había visto y lo que era mejor estaba junto a él. Sus dedos  largos y blancos le señalaban las líneas que se estaban leyendo, con una sonrisa, José quedó cautivado mientras leía.

                Terminada la lectura el hermano del atril habló a los fieles sobre la importancia de la fe.
-          “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Efesios capitulo 2, versículo 8- dijo el “hermano” a todos.
¿Cómo se puede creer en un Dios que no se puede ver, ni sentir su existencia?-Se preguntaba José al escucharlo.
                No compartía las palabras pronunciadas pero sentía sí respeto a la creencia de todos y aunque de pequeño asistía a una Iglesia Católica, nunca creyó verdaderamente en algo. Tenía un apego hacía lo material y predominaba en él la búsqueda de identidad, de una reafirmación de su personalidad. Vacilante en las decisiones que tomaba, tenía en cuenta su desarrollo personal y la idea de ser reconocido ante su propio mundo. Moldeado por una “Sociedad moderna”, trataba de negar todo lo que no pudiera ver ni tocar. La dependencia cultural lo tenía atado y quería tener siempre la razón, y aunque a sus 23 años ya no era un adolescente a veces se comportaba como tal.
                En al altar se anuncia la presencia de una invitada especial de otro lugar. Su presencia era esperada de antemano por todos los fieles, que la consideraban una persona muy espiritual, dueña de un don sobrenatural. Se alistó junto al atril un micrófono más se acomodaba dos cámaras de grabación de video, que enfocaba a los fieles y hacia el altar. Muchos hermanos caminaban presurosos al fondo, parecía que algo muy importante estaba por ocurrir.
                Hizo su entrada hacía el altar una mujer madura de baja estatura, de figura gruesa, cabello corto y de rasgos caucásicos. Llevaba puesto un vestido floreado no muy largo y con pasos cortos pero firmes se dirigió al micrófono del atril, acompañada de un hombre de raro aspecto y de vestimenta estrafalaria. Llevaba puesto una camisa amarilla y saco dorado refulgente, pantalón negro de basta ancha y alta y que dejaban ver sus medias a cuadros marrones. El cabello lo tenía casi largo y mal peinado, sus gestos eran torpes. Parecía sacado de una tira cómica o de algún personaje de Disney.
-          ¡Good evening brothers and sister!- pronuncio la mujer.
-          ¡Buenas noches hermanos y hermanas!- dijo su estrafalario acompañante.
-          ¡My name es Daysi, miss Days!.-
-          ¡Ella es la señorita Daysi y yo mister Chilly, su intérprete- continuo no muy literalmente el susodicho.
                José comprendió que la presencia de miss Daysi al templo “coincidió” con su visita. Mientras escuchaba la traducción José observaba una gran disposición y deferencia de todos los fieles.
                La mirada dulce y a la vez penetrante reflejaba una simpatía contagiante. En cada palabra miss Daysi le daba una energía y firmeza, pero con moderación, que dejaba constancia que aquellas palabras le emanaban  y fluían a través de su cuerpo y no era un libreto aprendido, sino más bien algo espontaneo, surgido de muy dentro de su corazón.
-          ¡Demos gracias a Dios por su gran misericordia!-
-          ¡Aleluyaaaaa!- gritaron todos.
-          ¡Más fuerte que no se escucha hermanos!- replicó mister Chilly de forma independiente, gesticulando con sus manos exageradamente.
-          ¡Aleluyaaaaa!- se dejo escuchar esta vez en forma grandilocuente.
                Una mirada acusadora de mister Chilly comprometió a José a gritar mas fuerte, que empezaba ya a sudar al ver las cámaras grabando en primera fila.
-          ¡Dios es verbo hermanos!- seguía traduciendo mister Chilly.
                El cansancio y la falta de atención era algo que José no podía evitar y al escuchar las palabras del traductor, pensó que en ese momento el verbo que necesitaba era “sobrevivir”. Comenzó a mirar a mister Chilly que se encontraba a una buena distancia del atril y se quedó quieto preguntando para si.
-          ¿Dónde he visto antes a este señor?- El aspecto huachafo le pareció familiar y pensó socarronamente:
-          ¿No será un charlatán de los que abundan en la av. Abancay?- y mientras mister Chilly seguía traduciendo…
-          ¡Debemos apartarnos del pecado hermanos!- mientras José seguía pensando…
-          ¿O es tal vez un ex –pájaro frutero de la parada reinsertado en la sociedad?
                Era evidente que mister Chilly no le caía bien contrastando con la simpatía que irradiaba mis Daysi desde el atril, que a su vez trasmitía una paz contagiante, un semblante distinto a todos.
-          ¿quiero esta noche hacerles una gran pregunta?- al decir esto mister chilly y todos en el templo miraron con atención al altar donde estaba mis Daysi.
Hubo un silencio. Los fieles estaban muy atentos esperando, pero miss Daysi hizo una pausa como si tomase un pequeño descanso para meditar sobre lo que iba a decir.
-          ¡Levanten la mano todos los que son salvos!- Una pregunta muy simple que cayó como un rayo a todos los fieles.
                Nadie esperaba una pregunta como esa, fácil de responder, ya que casi de forma sistemática los fieles levantaron las manos con energía y rapidez y se podría decir también con un poco de jactancia.
                Para José las cosas son distintas; miedo, vergüenza mezclada con un poco de frustración, era más o menos parecido lo que sentía. Miraba a todos a su alrededor y se quedó estático, como esperando a que transcurran esos segundos que parecían una eternidad. Advirtió que la linda hermanita que estaba a su costado lo miraba y también, pero él no se dio cuenta, miss Daysi desde el altar. Pero como se esperaba él no levanto ni siquiera el dedo meñique, aunque con gusto lo hubiera hecho para no pasar ese mal rato, pero José era fiel a sus convicciones y no estaba dispuesto a fingir algo que no sentía ante todos los miembros del “club”, era así como llamaba al templo.
-          ¡Aleluya hermanos!-
-          ¡Aleluya!- gritaron todos mientras José se quedó callado.
                Fue después de esto, que el escenario se transforma y todo cambia porque un llamado apareció como un rayo pero esta vez caía sobre José.
-          ¡Vengan a mí los que no han levantado las manos!-
                La voz del atril lo sumergió en un profundo silencio, llevándolo a un terreno desconocido el cual dudaba en pisar. Una lucha interna se libraba en su corazón y las palabras se presentaban como una sentencia, que ya empezaba a gobernar en él, dejándolo totalmente vulnerable.
-          ¡Vengan para ser hombres nuevos y conocer la verdad!-
                Había algo en aquella voz que emergía del atril. José notaba algo distinto que no podía entender, ni tampoco su incredulidad que cuestionaba de que hombres nuevos y verdad se hablaba, aquella incredulidad que dominaba parcialmente su voluntad de dar un paso hacia delante.
                Y pronto vio pasar hacia el altar a una mujer que ya peinaba canas, caminando lentamente. Después de unos segundos vio a un hombre vestido informalmente, luego, uno, dos, tres…y más personas que se acercaban y las cámaras de grabación seguían cada momento, cada segundo transcurrido. Miss Daysi se alejo del atril y se quedo en las gradas del altar y uno de los hermanos que permanecían en el fondo tomo el micrófono para que pudiera continuar miss Daysi, que en ese momento levantaba las manos y mientras mister Chilly traducía:
-          ¡Acepta ahora a Jesucristo en tu corazón!- y casi inmediatamente…
-          ¡Hoy él te ofrece la salvación!
                Y poniendo su mano sobre la frente de la mujer, hablaron algo que no se dejo escuchar e inmediatamente la rodearon mas hermanos formando un circulo y luego de lo que pareció una pequeña oración, aquella mujer se desmayo cayendo lentamente hacia atrás, pero la oportuna reacción de los hermanos se evitó una fuerte caída. La sostuvieron y la dejaron echada en la alfombra donde permaneció su cuerpo yerto a un costado.
                Absorto ante el espectáculo que presenciaba, José no podía preguntarse más nada. Parado en la primera fila como un simple espectador, sintió un ingente impulso de ir hacia delante. Sólo cinco metros lo separaban físicamente del altar, pero tenía un temor, un miedo a qué le podía suceder. Una indecisión que laceraba su corazón y manejaba sus sentidos. Un hálito ufano se mostraba inexpugnable a su alrededor aislándolo del lugar en el que se encontraba.
-          ¡Esta noche Dios está esperando una persona!
                Una afirmación que pesaba como una losa sobre sus espaldas haciéndolo tambalear anímicamente. Unas palabras que lo sentenciaban totalmente a la pena máxima habida sobre tierra o la bendición más grande que persona podría recibir. No hay escapatoria él era el que faltaba…
-          ¡Él es el camino, la verdad y la vida!
                Terminando de decir esto miss Daysi hizo un alto a todo y empezó a mirar a todos los fieles como esperando una respuesta. Cada segundo prolongaba la incertidumbre y el silencio se hizo cómplice de él, dejando al templo al borde de una total conmoción.    
                No hubo mucho que esperar. Los fieles presenciaron la aparición de una persona que sobrecogió su mutismo, su aparición freno de golpe la incertidumbre reinante, dejándolos sólo en disimuladas miradas. José se levanto de su asiento para ir hacia la puerta de salida. Con pasos apresurados intentaba no mirar a nadie. Salió del lugar para dirigirse raudamente hacia el paradero. Subió a la combi y luego tomó el colectivo que lo llevaría a su casa.  No entendía aun lo que le estaba sucediendo esa noche. En el trayecto José pensaba en todo lo que le había ocurrido en el templo y por un momento se le cruzo por la mente la idea que todo fue una farsa y se dijo:
-          ¿Y si todo fue un engaño?
-          ¿Quién está detrás de todo esto?
-          ¡Ese mister Chilly sólo hizo un poco de teatro!
        Pero tenía dentro de él algo que lo estaba invadiendo y no podía explicarlo con razonamientos humanos y que oprimía su pecho con fuerza. Mientras veía por la ventanilla del colectivo la gente que salía de compras porque eran días cercanos a la navidad. Y súbitamente vino como palabras susurradas a su mente que le decían: Las personas que estas saliendo de compras apuradas y con muchos regalos estaban muertas y que el lugar de donde había salido las personas estaban vivas. José no entendía nada pero sintió tristeza por ellos. Entre tanto pensamiento surge la figura de su abuela a quien él llamaba mamá y sabía que lo esperaba en casa. Ella tenía el cabello color plata producto de sus años vividos y siempre aconsejaba a José el acercarse a Dios.
        Se dirigió a su casa, abrió la puerta con su llave e ingresa a la sala. Sentía tantas ganas de ver a su madre sentada en la silla de madera en el lugar de siempre de la cocina, como acostumbraba verla al llegar de estudiar. Pero esta vez, esta noche no la encontró y se sintió sólo, miró toda la cocina y luego se dirigió al patio y fue allí que su madre se encontraba tratando de lavarse los pies con un agua medicinal a base de hierbas para bajar la hinchazón producto de una infección que padecía.
        José al verla inmediatamente la ayudo y se arrodillo para lavarle los pies, su madre se sorprendió y dijo:
-          ¡Gracias hijo, que bueno que hayas llegado, me estaba preocupando por ti!
-          Sí mamá, es que vengo de una reunión en un templo.
-          dime hijo ¿cómo te fue?
José se quedo callado y siguió lavando a su madre, pero ella insistió.
-          Cuéntame hijo ¿Qué te sucede?
Sabes, había una Pastora invitada en aquel lugar y preguntó:
-          Levanten las manos todos los que son salvos y no levante la mano.
-          Pero hijo, no levantar la mano no es tan malo.
-          Pero después hizo que todos los que no lo sean se dirigieran hacia el altar de la Iglesia.
-          Y dime hijo ¿Tú qué hiciste?
               Fue en ese momento que José hizo una pausa, resumiendo en unos segundos todo lo que sentía en pocas palabras, pero no pudo más y rompió en llanto. Las lágrimas le brotaban recorriendo su mejilla hasta confundirse con el agua sobre los pies de su madre. Al levantar la cara su madre notó su llanto. José respondió:
-          ¡Mamá, no fui! ¡yo no fui!… ¡Él me llamó, pero yo no fui!
               Dicho esto José se lanzo hacía su madre abrazándola fuertemente. El llanto efusivo que no paraba estremecía su corazón haciéndolo sentir el ser más pequeño de toda la tierra. Su madre notó la diferencia en José, él no era de llorar de esa manera. Definitivamente hubo un motivo fuerte que lo llevase a ese estado y ella comprendía quien estaba de por medio.
               José sabía que ese momento era uno de los más importantes en su vida, la cual no lo cambiaría por nada y al transcurrir de los años el tiempo le dio la razón. Este es el fin del relato, pero el comienzo de una historia que empieza con un sábado. Un sábado como cualquiera que pasamos en casa, trabajando o divirtiéndose. Un día como otro, para José un día que siempre recordará. El junto a su madre en un tierno abrazo. Un momento dentro de la vida que le tocó vivir y las lágrimas que le tocó derramar. Bendiciones.



miércoles, 11 de septiembre de 2013

El silencio de la clase

           El profe de Física me llamó por mi apellido y me dijo:
- Bedoya, vaya a la pizarra.
Después de mencionar varios nombres, sabía que no iba a fallar.
Recuerdo que fue una clase con una buena explicación. Los compañeros sabían que si yo iba al pizarrón entenderían lo fácil que es la Física. (fuera de bromas y con mucha humildad eh!).
Luego, de plantear y resolver el problema físico. El profesor miro a todos los alumnos y pregunto:

-  ¿Esta bien la respuesta que dio su compañero?

Hubo un momento de silencio fuera de lo normal para la clase. Algunos asintieron con la cabeza y otros con un tímido sí, que apenas se podía escuchar.
Luego de copiar todos la respuesta del pizarrón, el profesor se levantó de su asiento y como tomando valentía fue al pizarrón y dijo:
Su compañero se equivocó en la respuesta, no es positivo es negativo.
Luego de mirar y remirar el pizarrón me dí cuenta del error. ¡Oh que horror, no puede ser!. 
El profesor añadió:

- Bedoya también se puede equivocar.

             Sabe, el problema no era el signo, sino el silencio de la clase. Todos estaban seguros que la respuesta estaba bien, sólo porque Bedoya lo resolvió. Me dí cuenta que los compañeros no se atreverían a refutarme aunque dudaran de la respuesta. Porque de antemano lo aceptaban como verdadero.

             Sabe algo más, esto me hizo reflexionar en lo que constantemente hacemos con nuestras vidas, porque todos de alguna u otra manera enseñamos. Enseñamos cuando nos pasamos la luz roja, o cuando la respetamos. Enseñamos cuando secretamente nos quedamos con lo que se le cayó a otro, o cuando la devolvemos. Enseñamos cuando llaman a nuestra puerta y respondemos: dile que no estoy, o cuando damos la cara. Enseñamos cuando siendo un líder de opinión hablamos demás o nos mantenemos callados. Enseñamos hasta cuando bebemos o fumamos. Porque todo lo que hacemos comunica.

             Sí, todos y cada uno de nosotros somos influenciados por las personas, padre, madre, vecino, abuelo o abuela, tíos, maestros, policías, locutor de radio o tv.,  médicos, albañiles, un simple barrendero y hasta presidente o gobernador.

             En estos tiempos para personas comunes como tú o yo nuestra opinión es respetada o ignorada, pero verdaderamente tendrá influencia cuando nuestra posición sea mas elevada, ya sea lograda socialmente o por la fama, tomemos como ejemplo los comerciales de la televisión, que contratan estrellas de rock o del deporte para publicitar sus productos. Basta que dichas estrellas lo usen, entonces será válido y razonable para que todos usáramos y compráramos tales productos.

            Como dije el problema no es el signo, sino el silencio de la clase, en este caso de todos nosotros.

            Hoy estoy convencido que enseñar es influenciar, y uno enseñará de acuerdo al tipo de influencia que tuvo o tiene en su vida. 

            Tenemos como mejor ejemplo al maestro de maestros que es Jesucristo. No sólo enseñaba la palabra en el gran Sermón del Monte sino que la predicaba con el ejemplo en Gólgota.

            
             Hoy se celebra el día del maestro en la República Argentina y aprovecho para saludar también a todos los maestros sin pizarra, aquellos que animosamente día a día se niegan a si mismos. Para aquellos que no necesitan un titulo, con o sin reconocimiento se entregan a la vocación diaria del Magisterio y que de manera anónima se mantienen a pesar de los tropiezos para sacar adelante una generación mejor y para vos que lees estas lineas y que de alguna manera comunicas.

              Ahora me despido y tengan todos abundantes bendiciones, chau.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Desayuno en La Punta

         Era una mañana con sol radiante, todos nos levantamos cansados, sobretodo aquellos que estuvimos de 4 a 8 am. como yo, en un turno de amanecida porque sabíamos que había llegado el día tan ansiado de la baja. Toda la promoción del segundo contingente naval 89" estábamos listos para la noticia que llego a la hora del desayuno.

- ¡Salió la baja promoción!
- ¡Yo vi al comandante firmar, yo lo vi !- exclamaba otro.
¡Somos baja "promo", somos baja!.
          
        Una gran sonrisa se dibujaba en nuestros rostros, ya no eramos los jovencitos de 18 años que con entusiasmo habíamos ingresado al servicio militar obligatorio. Habían pasado dos años de aquellos recuerdos en la Isla San Lorenzo, cuando todo el contingente naval eramos sólo flacos reclutas. Ahora algunos salíamos con el grado de Cabo, otros más relajados como yo salíamos apenas con el grado de marinero. Pero, algunos habían desertado, otros se suicidaron en sus puestos de guardia y algunos estaban arrestados cumpliendo alguna condena militar. Ya no eramos los mismos.
Habían pasado muchas cosas desde aquel 2 de mayo del 89", para mi el futuro era incierto. No sabía de que iba a trabajar, o que iba a empezar a estudiar pero sabíamos muy bien que queríamos salir pronto de La Marina.
            Ese día 2 de mayo de 91" por la mañana habíamos ingresado al comedor y sabíamos que era el último desayuno en La Punta, luego corrimos con las gamelas hacia la cuadra, los demás marineros nos miraban sorprendidos. 
Nosotros les deciamos:

- ¡Consumete calichin, la baja se va!

Ya en la cuadra empezamos a sacar todas nuestras cosas para hacer las maletas, en nuestro caso era hacer las bolsas para ir al Cuartel General del Callao.

- Apúrense - Nos decía el Oficial de Marina.
- ¡El Bus esta por salir! - Nos dijimos unos a otros
Pero el oficial añadio:
- Deben entregar todas las pertenencias que La Marina les otorgó.
No podrán quedarse con nada más, porque les será quitado.

          Todos nos sorprendimos cuando vimos a los "calichines" o marineros de menor antigüedad detrás de nosotros. Todos botábamos las cosas que nos sobraban, y ellos como aves carroñeras recogían todo.
          Esa mañana aparecieron muchas cosas que se habían perdido en la cuadra. Empezamos a "regalar" lo que ya no podíamos llevar.
Y es así como por algo sorprendente empezaron a aparecer cosas prohibidas para los marineros. Algunos tenían tres "quesos" o gorras, otros, camisas y gamelas extras que volvían a sus dueños. Entre botas y walkman, licores y municiones quedaban en manos de quien menos uno pensaba dárselo. Sin darnos cuenta ese día empezamos a dar más de lo que nuestra propia voluntad lo haría. Era una situación singular, cada vez que recuerdo esa imagen en mi mente, de la forma como empezamos a desprendernos de cosas u objetos que habíamos atesorado, algunas de ellas robadas y acariciadas por mucho tiempo en nuestros casilleros se iban tan fácilmente, aunque pareciera "generoso" no lo era porque sabíamos de antemano que no nos íbamos a llevar más que lo que deberíamos entregar. 

Algo cambió después del último desayuno. 
          
         De que valía entonces tener demás, si al final iba a quedar para aquellos que verdaderamente lo necesitaban  en el cuartel.
Nos dimos el abrazo respectivo con todos los que habían sido parte durante nuestra estancia en dicha dependencia naval. 
Quedamos como los generosos, algunos pensaban que algo nos habían puesto en el desayuno por lo que habíamos cambiado de actitud para con ellos. Estando los calichines a nuestro lado sabíamos que nos respetaban sólo porque eramos más antiguos. En La Marina la antigüedad es clase. Lo cual nos daba el derecho de tratarlos como nos trataron a nosotros, de gritarles como nos gritaron a nosotros y de robarles como nos robaron a nosotros.
         
        Ahora era distinto, porque dejabamos el rango, el uniforme y pasabamos a ser unos civiles más de entre la multitud. 
Jóvenes que ibamos a empezar desde cero, dos años de nuestras vidas dejabamos allí. Nos esperaba un país sin esperanza a causa del terrorismo de aquellos años y de la hiperinflación que pasaba el país por las politicas neoliberales del gobierno. Una generación que emigró a otras tierras en busca de oportunidades que escasamente tuvieron en su patria.
         Pero, teníamos el sabor del último desayuno en nuestros labios la cual nos hizo a muchos llorar de emoción. Sabíamos que ese último desayuno tenía un sabor diferente, un sabor que tenemos la opción de volver a probar cada vez que la vida nos lo demande.
      
         Porque Dios nos da la oportunidad de vivirlas, Dios es generoso, no sólo lo parece como nosotros, sino lo es verdaderamente. 
Su palabra dice en el libro de Salmos 37 versículo 23 y 24 versión BLS:

"Cuando a Dios le agrada la conducta de un hombre, lo ayuda a mantenerse firme. Tal vez tenga tropiezos, pero no llegará a fracasar porque Dios le dará su apoyo."

Él nos hace ver las cosas que debemos cambiar. Aunque pase mucho tiempo, y parezcamos generosos ante la gente, sabemos que sólo estaremos firmes si nuestra conducta le agrada a Él y no al hombre. Tenemos la certeza de que no fracasaremos en el intento de cambiar, porque Dios nos da una promesa, la promesa que nos dará su apoyo. 

Me despido de ustedes, y gracias por la espera de este post. Chau y bendiciones.