Estaba en la mesa almorzando con mi hija antes de llevarla a
la escuela, juntos estábamos mirando un programa de televisión, era el canal
Encuentro, de la televisión nacional argentina. Me llamó la atención sobre la
disputa que había entre dos pinturas exactamente iguales, la huida a Egipto, de
el pintor maestro del clasicismo francés Nicolás Poussin . Y cada una reclamaba
ser la original del artista ya fallecido. Los entendidos daban sus opiniones
personales y la crítica especializada estaba casi dividida, uno de ellos era la réplica del otro. Luego,
de observar finamente, si se puede observar de esa manera, muchos especialistas
daban opiniones sobre la tendencia del pintor en sus últimos años, las formas
de pinceladas, el brillo y hasta la forma de dibujo del cuadro. Entre tanta
polémica se hicieron estudios científicos como el de rayos X, que tenía la
finalidad de saber el grado de borrones o arrepentimientos según palabras
técnicas de los pintores, que no es sólo las veces que el artista borraba y
volvía a pintar. Con esta prueba se supo, finalmente, que uno de ellos tenía
varios borrones, y el otro no los tenía. Con ello se logro saber que aquel que
no tenía borrones era la réplica, porque se había hecho conociendo ya las
formas y los colores del autentico. Mientras que el autentico era sujeto a
arrepentimientos del autor que cambiaba de opinión sobre el color, formas y
texturas, durante su periodo de pintado.
Luego de conocido la veracidad de la pintura “La huida a
Egipto”, es curioso saber que la persona que vendió el cuadro en un remate
millonario, la reclamara como suya iniciando una larga batalla legal, la cual
finalmente ganó. Y fue vendida en el 2007 por 17 millones de Euros.
Dios nos regala un cuadro, uno en blanco, este cuadro en blanco representa nuestra
vida, la cual tú y yo vamos pintando pinceladas cada día. Pero el valor del
cuadro no está en cuan perfecta se vea para nosotros ni por las personas que
opinen sobre ella, sino por el grado de arrepentimiento que tiene. Una copia
pretende no tener fallas, pero para el autentico, las fallas son el reflejo de
su autenticidad hasta llegar a ser una acabada obra de arte. Porque el no
tenerlos no es una prueba de nuestra perfección, sino de nuestra autenticidad.
¿Cuántas veces hemos
hecho un alto en nuestra vida y nos hemos arrepentido de lo que hicimos, para
poder corregirlo? y ¿cuántas veces hemos vuelto a pintar un cuadro en blanco?
Algunos dibujan solo garabatos en su cuadro y luego reclaman
ser originales, algunos no pintan nada porque es más fácil dejarlo así a que
fallar y borrar, algunos se deciden hacerlo por su cuenta y se lanzan a pintar,
probar, combinar para luego autoproclamarse experimentados artistas inventores
de una nueva corriente contemporánea pero el resultado no es bueno, algunos viendo
que les sale todo mal cansados terminan con todo y rompen el cuadro, pero otros
van a aquel que les regalo el cuadro en blanco y le dicen que hago con el
cuadro, enséñame a pintar, que colores tengo que combinar, que instrumentos
tengo que usar y que necesito corregir. Estos señores son aquellos que oran a
Dios y leen su palabra La Biblia, y van al dador de la vida, y se arrepienten de
sus pecados y le piden su dirección y guía para empezar un cuadro en blanco nuevamente,
el cuadro que pintaran no se llamará esta
vez La huida a Egipto o La huida hacia algún lado sino “Un Nuevo Nacimiento”. Bendiciones.