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lunes, 25 de marzo de 2013

La luna de Paita

          Se llama Aurora, miss Aurora su nombre no podía olvidar, una mujer de carácter, siempre se la veía vestida con algunas de sus faldas semilargas y muy femenina, el color de su tez era trigueño y le gustaba el maquillaje fuerte que hacía juego con su voz en el aula. Ella era la miss de matemática, así le llamaban a las profesoras del colegio particular donde estudie. Ella nos exigía en cada clase saber las leyes de los signos que todos los alumnos repetíamos sin cesar: Signos iguales se suman, signos diferentes se restan y el resultado lleva el signo del número mayor.(de mayor valor absoluto por supuesto).
De seguro que esta ley muchos lo conocen, sobretodo los que siguieron alguna carrera de ingeniería.

          Pobre de aquel que no sabía recitarla, era por mucho tiempo nuestro padrenuestro por las noches la cual  rezábamos todos los días antes de ir dormir.
Ninguno se podía olvidar, cuando nos tocaba matemática, miss Aurora entraba al aula y llamaba a alguno y decía:
- ¡Bedoyaaaaaa, dígame la ley de los signos!  
Su voz amenazante nos llenaba el corazón de temor, como si estuviera pasando lista para ir al paredón de fusilamiento.
Creo que era más nerviosismo ante la tremenda voz que por no saber las leyes.

- Estee, mmm, esteeee...

       Algunos le sudaban las manos y otros simplemente miraban el techo como una especie de trance creyendo que  la sabiduría bajaría en algún momento, y algunos como yo esperábamos que suene milagrosamente el timbre salvador para ir al recreo.

¡¡Que le pasa Bedoya!!, esta ud. en la luna de Paita escogiendo habas en Jerusalén.

       Esa era la clásica frase de miss Aurora, ella sabía que el silencio delataba a aquellos que estaban orbitando en un nuevo satélite del también nuevo planeta llamado Paita, y por si fuera poco se habían multiplicado o desdoblado para estar a la vez en la ciudad de Jerusalén haciendo el humilde trabajo de escoger habas.

       Cómo era posible que supiéramos más la letra de el estribillo de una canción de moda y no pusiéramos voluntad para estudiar una de las leyes necesarias para aprobar dicha materia.
Sabíamos que le había pasado a la protagonista en el último capitulo de la telenovela "Los ricos también lloran" o sabíamos el nombre de jugador de fútbol que ha ganado más veces el balón de oro.(Por si no lo saben es Leo Messi  eh).

       Muchas veces ponemos en segundo lugar lo que tiene que ir primero, posponemos las cosas más importantes para atender lo superfluo, lo que aparentemente tiene relevancia.
Si nosotros no sabemos lo más básico o elemental, no podemos avanzar de forma satisfactoria o victoriosa en el área que queramos desempeñarnos.

       Si yo no sé la ley de los signos, pues no puedo resolver los ejercicios combinados de números enteros.
Es como lanzarnos a la piscina sin saber primero nadar, y eso es lo que pasa en la vida cotidiana con muchos de nosotros, cuando no escuchamos los consejos de aquellos que están a nuestro alrededor. Cuando desoímos la voz de los mas cercanos y nos lanzamos con la idea de que apenas nos mojaremos un poco y nada mas. Y es más, muchos reclaman la copa de campeón de natación cuando en verdad están dando los famosos manotazos del ahogado en el agua.

        Es así de esta manera que celebramos el día del padre y hacemos todo tipo de aspavientos cuando apenas vemos por nuestros hijos.
        Es así cuando cuando celebramos el día de la madre, le llevamos todo tipo de regalo ese día, pero nos olvidamos de ella los 364 días restantes.
        Es así como saludamos y deseamos a todo el mundo felicidades, paz y prosperidad por año nuevo o Navidad  a  nuestros vecinos o compañeros y luego estamos hablando a sus espaldas por el resto del año.
        O es así también cuando estamos en la sala del hospital nos acordamos de que existe Dios y le suplicamos, pero después hasta nos olvidamos de orar o ir a la iglesia.

La Biblia nos dice en la segunda carta a Timoteo capitulo 3 versículo 16 y 17:


"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."


        Quiero decirte que Dios nos dejo un manual de vida llamada Biblia y que a través de ella tu puedes conocerlo realmente. Hay una cosa que tu y yo no debemos posponer porque eso es prioritario en nuestras vidas y es conocer a Dios y la voluntad de Él para con nosotros.

        No sea que después la vida nos sorprenda en la luna de Paita escogiendo habas en Jerusalén.

        Me despido y bendiciones.

       




martes, 12 de marzo de 2013

El premio Nobel

El profe se acercó a nosotros con un cuaderno en la mano y nos dijo que le había causado grande interés las oraciones que había leído en uno de los alumnos. Escuchen lo que escribió su compañero y nos quedamos escuchando atentamente y en silencio.
Con la palabra policía:  "Yo soy policía"...
Tengo que confesar que no sabía que eran muy buenas por cierto, pero esa tarde cuando el profe comenzó a leer mis oraciones, era la primera (y también la única) vez que  me sentí  como recibir el premio Nobel de Literatura. Todos me miraban con cierta admiración o tal vez con cierta envidia no lo sé pero sí sabía que quería meterme debajo de la mesa y pensar que esos momentos de fama pasaran muy rápido tanto como pasaban las horas del recreo. Y hasta algunos se les ocurrió la mala idea de terminar la tarea copiando algunas de las oraciones.
El profe Oliveros estaba contento, pero creo que más contento estaba porque sabía que eran mías. Siendo uno de los más pequeños y delgados de la clase. Además porque el año pasado iba a repetir de año(curso o grado), y él le aconsejo a mi madre que yo estudiara todo el verano las vocales y algunas oraciones del Coquito (libro de primer grado). No era difícil para mi entonces aprender sabiendo que todos los días ibas a tener a tu mamá detrás de ti con un chicote(especie de látigo)  en la mano recordándote que tienes que aprender a leer y escribir: Mi mamá me ama y mi mamá me mima. (verdad).
Pero, gracias a Dios y a ella pude rendir en marzo y pasar de año. También agradezco a Dios por los profesores que tuve en la primaria, sobretodo por el profe Oliveros. Tenía 7 años de edad pero aprendí muchas cosas importantes a través de él.
Sabe, no gané el premio Nobel de Literatura, ni nunca obtuve un diploma de honor en el colegio. 
Pero gracias a Dios por las personas que están con nosotros enseñándonos corrección y como crecer en la vida. 
Gracias a Dios por mi madre que me decía devuelve el lápiz que no es tuyo y  ella se enojaba si yo le mentía que era mio. Gracias por la maestra de tercer grado que me jalo las orejas al salir a la pizarra y yo no sabía nada, porque me dije a mi mismo esta será la última vez que me la jala.(aaay)
Muchos pueden recordar su infancia y pueden decir  fue mala o buena, pero les puedo decir que siempre estuvo Dios enseñándonos como un fiel maestro. Podría estar escribiéndote lo malo que me fue en la infancia o lo pobre que eramos. Pero, mi corazón esta agradecido porque encontré al maestro que me enseña que la vida es un regalo, y que no es tan  importante lo que alcanzas sino practicar lo bueno que aprendiste en la vida.
Cómo poder entonces acercarme a mis alumnos con un cigarrillo en la boca o una botella de licor en la mano, si yo soy ejemplo para ellos. Que una persona o tus hijos se acerquen y te digan gracias por tus palabras y tu ejemplo.  No tanto te reconozcan por lo que alcanzas sino por lo que eres y representas para ellos. Ese es el mejor premio Nobel que tú y yo podemos recibir en la vida.

El libro de Salmos capitulo  16 versículo 7  dice:


Bendeciré a Jehová que me aconseja; 
Aun en las noches me enseña mi conciencia. 



Me despido y bendiciones.

domingo, 3 de marzo de 2013

La plaza de los burros

Salí esa mañana  más de las diez no era muy temprano, y afuera no hacía mucho frío pero igual me puse la chompa.(chomba o suetter). Me dije hoy voy a predicar. Era una mañana tranquila como siempre por el Barrio. (Sólo las mañanas nomas son tranquilas). Luego de caminar varias cuadras, pude avistar la antigua plaza del cual ya me olvide el nombre, pero sé que la llamaban también  La Placita de los burros. No entiendo  porque la llaman así  pero escuché algo sobre los peones de las haciendas que llegaban en burros en el siglo pasado cargados de cantaros con leche para repartirlo a las bodegas del centro, en los tiempos coloniales.

Al llegar la primera sensación era de temor, tenía algunos tratados evangelísticos en el bolsillo y una vieja biblia azul del nuevo testamento. La plaza tenía viejos asientos de madera y algunos faroles antiguos encendidos, que dejaban notar la antigua majestad que alguna vez tuvo.
Me dirigí hacía mi derecha donde estaban sentados algunos jóvenes en grupo, al verles me presente dándoles la mano e inmediatamente empece a hablarles de Dios.
Recuerdo que el único versículo que tenía memorizado era el de San Juan 3:16, escucharon amablemente y luego de repartirles algunos folletos me aleje pensando en ellos. Así pase casi una hora hablando o intentando hablar de Jesucristo.
Habrá alguien que quiera escuchar este mensaje, me decía a mi mismo. Al mirar hacía mi izquierda pude ver a una persona, un viejito lleno de canas que tenía un taper en su mano. Me acerque a él con mi San Juan 3:16 como carta de presentación.
Quiere ud. escucharme por un momento, me respondió que sí. Estaba sentado, el semblante decaído y cerró el taper que tenía en la mano y lo puso sobre el banco de madera. Me miro a los ojos y pude ver su estado, y le predique: 


"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." San Juan 3:16

Muy bonitas tus palabras -me dijo- pero donde estaba Dios cuando anoche no tuve donde dormir y pase toda la noche en esta plaza. No tengo que comer y fui al comedor popular donde me dieron este taper para comer y no había lugar allí y por ello estoy comiendo aquí.
Me quedé mudo por un momento, mientras pensaba que le iba a decir. Sabe, hay situaciones que no puedes decir nada sólo escuchar. Esta era una de ellas, este hombre quería respuestas más que palabras. Y yo, un novato predicador en ciernes sólo atine a decirle:
- ¿Qué quiere que haga por ud?
   mientras imaginaba llevarlo a mi casa para vivir y me respondía a mi mismo:  mi tío y mi tía nos dejarían a los dos afuera, no había lugar en casa. Se me pasaban tantas ideas por la cabeza. hasta que respondió.
-¡quiero entrar al asilo de ancianos!
Y lo tomé por la mano alzándolo y le dije: ¡Vamos ! pero ¿dónde queda?
Luego de decirme la dirección, en el camino me contó todo la situación que había pasado y supe que esa era la primera noche que dormía en la plaza. Que se fue de su casa y que vivía con una chica a la que llamaba hija a la cual cuidó desde pequeña. Que era soltero y que había viajado por muchos lugares del Perú.
El salió de su casa para no volver jamás dado que se enteró de una noticia que lo puso mal. Sabía que de seguro lo estaban buscando y por ello decidió tocar la puerta del asilo para ancianos pero la persona que lo atendió le dijo que tenía que traer la firma de un obispo y una carta de recomendación y ante la negativa no tuvo mas que dormir esa noche en la plaza.
Él me decía que no lo iban a aceptar sin los documentos, pero le dije que esperemos para hablar con la persona que administra el lugar.

-¿Donde esta el asilo? le volví a preguntar luego de dar vueltas y vueltas a la manzana y preguntar a los vecinos que pasaban. 
El caminaba apoyándose en mi y la verdad que estábamos cansados los dos. Volvimos a la misma plaza y preguntando en la plaza nos dieron razón del asilo.
¡Estaba casi al frente de la plaza! Tantas veces habíamos pasado por ahí sin darnos cuenta, ahora estaba entendiendo una nueva explicación del por qué el nombre de plaza de los burros.

Al llegar al asilo toque la puerta y pensé que después de lo que nos costó llegar a encontrar el lugar, las cosas no iban a ser fáciles. Me atendió un hombre alto con bigotes, de mediana edad, me pareció que era el encargado así que tomado de la mano del anciano le dije que lo había encontrado y que no tenía donde pasar la noche. 
Sabe, me miró luego miro al anciano y respondió: ¡ muy bien que entre! 

Al cruzar la puerta del asilo el anciano volteo para despedirse y me dijo algo que tocó mi corazón:
Nunca he creído en Dios. Soy ateo y siempre hice lo que quise pero anoche estando en la plaza le pedí a Dios que si existía mandara su ángel para que me ayudara entrar al asilo.

Miré su rostro cambiado y las lágrimas que nacían de sus ojos volteó la mirada y desapareció tras la puerta.
Sería mentirles que esa fue la última vez que lo vi  pero esa es otra historia. Me aleje del asilo no sin antes preguntar por los días de visita y que cosas se podía llevar para los ancianos. Luego camine hacía mi casa por las calles del Callao, diciéndome a mi mismo: volverá el novato predicador a la misma plaza, con su biblia azul y su San Juan 3:16.

Me despido y que Dios los bendiga.