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domingo, 3 de marzo de 2013

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La plaza de los burros

Salí esa mañana  más de las diez no era muy temprano, y afuera no hacía mucho frío pero igual me puse la chompa.(chomba o suetter). Me dije hoy voy a predicar. Era una mañana tranquila como siempre por el Barrio. (Sólo las mañanas nomas son tranquilas). Luego de caminar varias cuadras, pude avistar la antigua plaza del cual ya me olvide el nombre, pero sé que la llamaban también  La Placita de los burros. No entiendo  porque la llaman así  pero escuché algo sobre los peones de las haciendas que llegaban en burros en el siglo pasado cargados de cantaros con leche para repartirlo a las bodegas del centro, en los tiempos coloniales.

Al llegar la primera sensación era de temor, tenía algunos tratados evangelísticos en el bolsillo y una vieja biblia azul del nuevo testamento. La plaza tenía viejos asientos de madera y algunos faroles antiguos encendidos, que dejaban notar la antigua majestad que alguna vez tuvo.
Me dirigí hacía mi derecha donde estaban sentados algunos jóvenes en grupo, al verles me presente dándoles la mano e inmediatamente empece a hablarles de Dios.
Recuerdo que el único versículo que tenía memorizado era el de San Juan 3:16, escucharon amablemente y luego de repartirles algunos folletos me aleje pensando en ellos. Así pase casi una hora hablando o intentando hablar de Jesucristo.
Habrá alguien que quiera escuchar este mensaje, me decía a mi mismo. Al mirar hacía mi izquierda pude ver a una persona, un viejito lleno de canas que tenía un taper en su mano. Me acerque a él con mi San Juan 3:16 como carta de presentación.
Quiere ud. escucharme por un momento, me respondió que sí. Estaba sentado, el semblante decaído y cerró el taper que tenía en la mano y lo puso sobre el banco de madera. Me miro a los ojos y pude ver su estado, y le predique: 


"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." San Juan 3:16

Muy bonitas tus palabras -me dijo- pero donde estaba Dios cuando anoche no tuve donde dormir y pase toda la noche en esta plaza. No tengo que comer y fui al comedor popular donde me dieron este taper para comer y no había lugar allí y por ello estoy comiendo aquí.
Me quedé mudo por un momento, mientras pensaba que le iba a decir. Sabe, hay situaciones que no puedes decir nada sólo escuchar. Esta era una de ellas, este hombre quería respuestas más que palabras. Y yo, un novato predicador en ciernes sólo atine a decirle:
- ¿Qué quiere que haga por ud?
   mientras imaginaba llevarlo a mi casa para vivir y me respondía a mi mismo:  mi tío y mi tía nos dejarían a los dos afuera, no había lugar en casa. Se me pasaban tantas ideas por la cabeza. hasta que respondió.
-¡quiero entrar al asilo de ancianos!
Y lo tomé por la mano alzándolo y le dije: ¡Vamos ! pero ¿dónde queda?
Luego de decirme la dirección, en el camino me contó todo la situación que había pasado y supe que esa era la primera noche que dormía en la plaza. Que se fue de su casa y que vivía con una chica a la que llamaba hija a la cual cuidó desde pequeña. Que era soltero y que había viajado por muchos lugares del Perú.
El salió de su casa para no volver jamás dado que se enteró de una noticia que lo puso mal. Sabía que de seguro lo estaban buscando y por ello decidió tocar la puerta del asilo para ancianos pero la persona que lo atendió le dijo que tenía que traer la firma de un obispo y una carta de recomendación y ante la negativa no tuvo mas que dormir esa noche en la plaza.
Él me decía que no lo iban a aceptar sin los documentos, pero le dije que esperemos para hablar con la persona que administra el lugar.

-¿Donde esta el asilo? le volví a preguntar luego de dar vueltas y vueltas a la manzana y preguntar a los vecinos que pasaban. 
El caminaba apoyándose en mi y la verdad que estábamos cansados los dos. Volvimos a la misma plaza y preguntando en la plaza nos dieron razón del asilo.
¡Estaba casi al frente de la plaza! Tantas veces habíamos pasado por ahí sin darnos cuenta, ahora estaba entendiendo una nueva explicación del por qué el nombre de plaza de los burros.

Al llegar al asilo toque la puerta y pensé que después de lo que nos costó llegar a encontrar el lugar, las cosas no iban a ser fáciles. Me atendió un hombre alto con bigotes, de mediana edad, me pareció que era el encargado así que tomado de la mano del anciano le dije que lo había encontrado y que no tenía donde pasar la noche. 
Sabe, me miró luego miro al anciano y respondió: ¡ muy bien que entre! 

Al cruzar la puerta del asilo el anciano volteo para despedirse y me dijo algo que tocó mi corazón:
Nunca he creído en Dios. Soy ateo y siempre hice lo que quise pero anoche estando en la plaza le pedí a Dios que si existía mandara su ángel para que me ayudara entrar al asilo.

Miré su rostro cambiado y las lágrimas que nacían de sus ojos volteó la mirada y desapareció tras la puerta.
Sería mentirles que esa fue la última vez que lo vi  pero esa es otra historia. Me aleje del asilo no sin antes preguntar por los días de visita y que cosas se podía llevar para los ancianos. Luego camine hacía mi casa por las calles del Callao, diciéndome a mi mismo: volverá el novato predicador a la misma plaza, con su biblia azul y su San Juan 3:16.

Me despido y que Dios los bendiga.
  
















1 comentario:

rodandonoticias_peru dijo...

"Plaza de los burros" o plaza San Román, el ex efímero presidente de la República, que puso en circulación el sol peruano y el sistema métrico decimal en el Perú.