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miércoles, 11 de septiembre de 2013

El silencio de la clase

           El profe de Física me llamó por mi apellido y me dijo:
- Bedoya, vaya a la pizarra.
Después de mencionar varios nombres, sabía que no iba a fallar.
Recuerdo que fue una clase con una buena explicación. Los compañeros sabían que si yo iba al pizarrón entenderían lo fácil que es la Física. (fuera de bromas y con mucha humildad eh!).
Luego, de plantear y resolver el problema físico. El profesor miro a todos los alumnos y pregunto:

-  ¿Esta bien la respuesta que dio su compañero?

Hubo un momento de silencio fuera de lo normal para la clase. Algunos asintieron con la cabeza y otros con un tímido sí, que apenas se podía escuchar.
Luego de copiar todos la respuesta del pizarrón, el profesor se levantó de su asiento y como tomando valentía fue al pizarrón y dijo:
Su compañero se equivocó en la respuesta, no es positivo es negativo.
Luego de mirar y remirar el pizarrón me dí cuenta del error. ¡Oh que horror, no puede ser!. 
El profesor añadió:

- Bedoya también se puede equivocar.

             Sabe, el problema no era el signo, sino el silencio de la clase. Todos estaban seguros que la respuesta estaba bien, sólo porque Bedoya lo resolvió. Me dí cuenta que los compañeros no se atreverían a refutarme aunque dudaran de la respuesta. Porque de antemano lo aceptaban como verdadero.

             Sabe algo más, esto me hizo reflexionar en lo que constantemente hacemos con nuestras vidas, porque todos de alguna u otra manera enseñamos. Enseñamos cuando nos pasamos la luz roja, o cuando la respetamos. Enseñamos cuando secretamente nos quedamos con lo que se le cayó a otro, o cuando la devolvemos. Enseñamos cuando llaman a nuestra puerta y respondemos: dile que no estoy, o cuando damos la cara. Enseñamos cuando siendo un líder de opinión hablamos demás o nos mantenemos callados. Enseñamos hasta cuando bebemos o fumamos. Porque todo lo que hacemos comunica.

             Sí, todos y cada uno de nosotros somos influenciados por las personas, padre, madre, vecino, abuelo o abuela, tíos, maestros, policías, locutor de radio o tv.,  médicos, albañiles, un simple barrendero y hasta presidente o gobernador.

             En estos tiempos para personas comunes como tú o yo nuestra opinión es respetada o ignorada, pero verdaderamente tendrá influencia cuando nuestra posición sea mas elevada, ya sea lograda socialmente o por la fama, tomemos como ejemplo los comerciales de la televisión, que contratan estrellas de rock o del deporte para publicitar sus productos. Basta que dichas estrellas lo usen, entonces será válido y razonable para que todos usáramos y compráramos tales productos.

            Como dije el problema no es el signo, sino el silencio de la clase, en este caso de todos nosotros.

            Hoy estoy convencido que enseñar es influenciar, y uno enseñará de acuerdo al tipo de influencia que tuvo o tiene en su vida. 

            Tenemos como mejor ejemplo al maestro de maestros que es Jesucristo. No sólo enseñaba la palabra en el gran Sermón del Monte sino que la predicaba con el ejemplo en Gólgota.

            
             Hoy se celebra el día del maestro en la República Argentina y aprovecho para saludar también a todos los maestros sin pizarra, aquellos que animosamente día a día se niegan a si mismos. Para aquellos que no necesitan un titulo, con o sin reconocimiento se entregan a la vocación diaria del Magisterio y que de manera anónima se mantienen a pesar de los tropiezos para sacar adelante una generación mejor y para vos que lees estas lineas y que de alguna manera comunicas.

              Ahora me despido y tengan todos abundantes bendiciones, chau.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Desayuno en La Punta

         Era una mañana con sol radiante, todos nos levantamos cansados, sobretodo aquellos que estuvimos de 4 a 8 am. como yo, en un turno de amanecida porque sabíamos que había llegado el día tan ansiado de la baja. Toda la promoción del segundo contingente naval 89" estábamos listos para la noticia que llego a la hora del desayuno.

- ¡Salió la baja promoción!
- ¡Yo vi al comandante firmar, yo lo vi !- exclamaba otro.
¡Somos baja "promo", somos baja!.
          
        Una gran sonrisa se dibujaba en nuestros rostros, ya no eramos los jovencitos de 18 años que con entusiasmo habíamos ingresado al servicio militar obligatorio. Habían pasado dos años de aquellos recuerdos en la Isla San Lorenzo, cuando todo el contingente naval eramos sólo flacos reclutas. Ahora algunos salíamos con el grado de Cabo, otros más relajados como yo salíamos apenas con el grado de marinero. Pero, algunos habían desertado, otros se suicidaron en sus puestos de guardia y algunos estaban arrestados cumpliendo alguna condena militar. Ya no eramos los mismos.
Habían pasado muchas cosas desde aquel 2 de mayo del 89", para mi el futuro era incierto. No sabía de que iba a trabajar, o que iba a empezar a estudiar pero sabíamos muy bien que queríamos salir pronto de La Marina.
            Ese día 2 de mayo de 91" por la mañana habíamos ingresado al comedor y sabíamos que era el último desayuno en La Punta, luego corrimos con las gamelas hacia la cuadra, los demás marineros nos miraban sorprendidos. 
Nosotros les deciamos:

- ¡Consumete calichin, la baja se va!

Ya en la cuadra empezamos a sacar todas nuestras cosas para hacer las maletas, en nuestro caso era hacer las bolsas para ir al Cuartel General del Callao.

- Apúrense - Nos decía el Oficial de Marina.
- ¡El Bus esta por salir! - Nos dijimos unos a otros
Pero el oficial añadio:
- Deben entregar todas las pertenencias que La Marina les otorgó.
No podrán quedarse con nada más, porque les será quitado.

          Todos nos sorprendimos cuando vimos a los "calichines" o marineros de menor antigüedad detrás de nosotros. Todos botábamos las cosas que nos sobraban, y ellos como aves carroñeras recogían todo.
          Esa mañana aparecieron muchas cosas que se habían perdido en la cuadra. Empezamos a "regalar" lo que ya no podíamos llevar.
Y es así como por algo sorprendente empezaron a aparecer cosas prohibidas para los marineros. Algunos tenían tres "quesos" o gorras, otros, camisas y gamelas extras que volvían a sus dueños. Entre botas y walkman, licores y municiones quedaban en manos de quien menos uno pensaba dárselo. Sin darnos cuenta ese día empezamos a dar más de lo que nuestra propia voluntad lo haría. Era una situación singular, cada vez que recuerdo esa imagen en mi mente, de la forma como empezamos a desprendernos de cosas u objetos que habíamos atesorado, algunas de ellas robadas y acariciadas por mucho tiempo en nuestros casilleros se iban tan fácilmente, aunque pareciera "generoso" no lo era porque sabíamos de antemano que no nos íbamos a llevar más que lo que deberíamos entregar. 

Algo cambió después del último desayuno. 
          
         De que valía entonces tener demás, si al final iba a quedar para aquellos que verdaderamente lo necesitaban  en el cuartel.
Nos dimos el abrazo respectivo con todos los que habían sido parte durante nuestra estancia en dicha dependencia naval. 
Quedamos como los generosos, algunos pensaban que algo nos habían puesto en el desayuno por lo que habíamos cambiado de actitud para con ellos. Estando los calichines a nuestro lado sabíamos que nos respetaban sólo porque eramos más antiguos. En La Marina la antigüedad es clase. Lo cual nos daba el derecho de tratarlos como nos trataron a nosotros, de gritarles como nos gritaron a nosotros y de robarles como nos robaron a nosotros.
         
        Ahora era distinto, porque dejabamos el rango, el uniforme y pasabamos a ser unos civiles más de entre la multitud. 
Jóvenes que ibamos a empezar desde cero, dos años de nuestras vidas dejabamos allí. Nos esperaba un país sin esperanza a causa del terrorismo de aquellos años y de la hiperinflación que pasaba el país por las politicas neoliberales del gobierno. Una generación que emigró a otras tierras en busca de oportunidades que escasamente tuvieron en su patria.
         Pero, teníamos el sabor del último desayuno en nuestros labios la cual nos hizo a muchos llorar de emoción. Sabíamos que ese último desayuno tenía un sabor diferente, un sabor que tenemos la opción de volver a probar cada vez que la vida nos lo demande.
      
         Porque Dios nos da la oportunidad de vivirlas, Dios es generoso, no sólo lo parece como nosotros, sino lo es verdaderamente. 
Su palabra dice en el libro de Salmos 37 versículo 23 y 24 versión BLS:

"Cuando a Dios le agrada la conducta de un hombre, lo ayuda a mantenerse firme. Tal vez tenga tropiezos, pero no llegará a fracasar porque Dios le dará su apoyo."

Él nos hace ver las cosas que debemos cambiar. Aunque pase mucho tiempo, y parezcamos generosos ante la gente, sabemos que sólo estaremos firmes si nuestra conducta le agrada a Él y no al hombre. Tenemos la certeza de que no fracasaremos en el intento de cambiar, porque Dios nos da una promesa, la promesa que nos dará su apoyo. 

Me despido de ustedes, y gracias por la espera de este post. Chau y bendiciones.