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lunes, 11 de febrero de 2013

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La alfombra roja de la comparación

        Era una de las mejores academias de preparación para el ingreso a la universidad de aquellos años. Una de las que abundaba por la calle Wilson. Necesitaba prepararme más y así fue que me matricule en la popular academia. Asistí al primer día de clases y tengo que reconocerlo no era bueno en matemática pero tampoco pensaba que era malo. Pero ese primer día me dejo impresionado, no porque no entendiera la clase, sino por los compañeros del aula, eran una "bala" porque no paraban de responder a las preguntas que hacia el profe. Un ejercicio que se ponía en la pizarra casi todos respondían y yo quedaba ante la impotencia de no poder responder rápidamente  Estos muchachos si que saben me decía a mi mismo.

         Recuerdo que por varios días salia de clase desanimado. Por un lado por sentirme como el más tonto de la clase. Esos días no levantaba la mano ni para ir al baño, me limitaba solo escuchar asombrado la respuestas a complejas operaciones matemáticas.

        Queriendo abandonarlo todo, una de las asistentes de la academia me pregunto por el aula al que yo pertenecía  al escuchar mi respuesta,  me dijo: ah, el aula de los becados. Me quede sorprendido al saber que estaba en el aula de los becados, aquellos alumnos  que por sus altas notas habian recibido una beca de estudios por parte de  la academia, es decir en esa aula estaban los mejores alumnos de los colegios de Lima y del Callao.

        No supe que responder porque el problema justo venia de la comparación, me comparaba con los  mejores entonces yo era de muy bajo nivel de la clase, obviamente que si me comparo con otros alumnos de aulas mas normales pues ahí si que estaría en muy buen nivel (eso creo).

        Pienso que comparar no es malo, pero si el compararse con los demás hace que tomemos decisiones como por ejemplo la de el abandonar de el estudio creo que estamos equivocados.
Si el compararse esta enfocado en  lo que me falta  y no en lo que tengo, pues verdaderamente estamos en problemas porque siempre habrá cosas que nos falten  o carecemos.
Pero habrán otras áreas en las que tendremos mas aptitudes, mas potencial y mas talento que otro.

        Saben amigos lectores hace muchísimos años, estaba un jovencito listo para defender a su pueblo, llevaba una honda en su mano y unas cuantas piedras en su alforja de pastor por el otro lado estaba el retador, soldado de oficio, media mas de dos metros de altura, llevaba una gran armadura y con grandes lanzas y jabalinas y dispuesto tambien a tomar su pesada espada para la pelea. Creo que ya saben los nombres, pero igual los mencionare el jovencito se llamaba David y el soldado experimentado se llamaba Goliat. y presumo que también conocen el desenlace de la historia, pero igual se los diré: David vence a Goliat y le corta la cabeza y todos sus adversarios salen huyendo.

        Pero hay algo que quizás usted no sepa y es que David no se quedo en las comparaciones. Él sólo se enfocó en lo que era y lo que tenia para luchar y por quien tenía que luchar. Tu y yo debemos conocer primero quienes somos, quizas esa pregunta nos la hemos hecho varias veces, David sabía perfectamente quien era, no tenia problemas de identidad y esta confianza le dio la seguridad que el podia hacerlo por cuanto el era un hijo de Dios. Luego David conocia los recursos que tenia a la mano para vencer, esto mis amigos son los dones que nosotros tenemos dados por Dios, Es decir, todos los talentos que tenemos y que sobresalimos de manera natural  en un area más que en otra. Y finalmente David tenia una razón o motivación especial para vencer, Ese era su norte, sabía lo que queria hacer dado que se enfurecio contra aquel soldado filisteo, habia desafiado al ejercito viviente de Jehová de los ejercitos, Sabe amigo por quien estas luchando, mucha gente tiene como motivación su familia, su esposa e hijos. David sabía quien era, que dones tenía y tambien por quien luchaba.

        Si tu y yo estamos acostumbrados a compararnos con el vecino, con los amigos o con alguna persona, pues esto nos afectara, estaremos predispuestos a la aflicción y al abandono, porque no sabemos quienes somos ni tampoco los recursos que tenemos para luchar. Comparamos nuestra economía con otros, la casa en la que viven, la mujer, la novia y hasta el perro que tienen los demás. Es como si todos quisiéramos caminar por la alfombra roja. Una alfombra bonita y atractiva, la alfombra roja de la comparación.

        Sabe, cuando nuestro patrón de medición de bienestar es como vive el otro, siempre estaremos con necesidades que no cesaran de satisfacerse. Nunca estaremos satisfechos.

        Con relación a los demás nosotros buscamos un termino medio, estar en el centro de lo "normal" de la población. (ni tan tan, ni muy muy, como dicen en Perú). 

        Vivir una vida razonable que satisfaga nuestro ego de alcanzar ese modelo de vida, ejemplo para los demás.

        Todos somos buenos a nuestra propia opinion, si nos comparamos con el borracho de la esquina o la prostituta de la calle porsupuesto que sí, pero si nos comparamos con Jesucristo estaremos realmente en problemas. 

Hay un Goliat que nos hace frente todos los días, nos desafía. 
¡Ese Goliat eres tú!

El primer Goliat que nosotros debemos derribar no es al que tenemos al frente, sino al que nos hace compararnos con los demás y nos hace ver nuestras limitaciones. Aquel que nos impide luchar, y perseverar en la vida. Ese Goliat tiene nuestro nombre y debemos luchar contra él.
La palabra de Dios nos dice en el libro de Jeremías capitulo 17 versículo 9:

 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 

Me despido de ustedes, muchas bendiciones.







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